Authors: Michael den Herder (EFI), Pekka Leskinen (EFI), Hans Verkerk (EFI)
Los bosques y la silvicultura desempeñan un papel fundamental en la mitigación del cambio climático. La reducción de la deforestación y la degradación forestal disminuye las emisiones de gases de efecto invernadero, y la gestión forestal y la reforestación pueden mantener o mejorar las reservas y los sumideros de carbono forestal. Además, los productos de madera pueden almacenar carbono durante largos períodos y estos productos son capaces de sustituir los materiales que producen grandes cantidades de emisiones.
Por ejemplo, cuando se utiliza madera en lugar de hormigón y acero como material de construcción, se pueden lograr reducciones de emisiones mediante procesos y materiales de construcción que consumen menos energía. Se ha estimado que el uso de 1 tonelada de madera para la construcción estructural en lugar de hormigón y acero permite evitar un promedio de 2,4 toneladas de emisiones de CO2.
La sustitución de los combustibles fósiles por bioenergía basada en la madera también ofrece posibilidades de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, también existe preocupación por el uso de la bioenergía. Se suele decir que la bioenergía es “neutra en emisiones de carbono”, pero esto depende del contexto en que se produzca. La energía de la biomasa es neutra en carbono si el cultivo de la biomasa elimina tanto CO2 como se emite a la atmósfera con su combustión. La energía de la biomasa es neutra en carbono solo si las emisiones netas del ciclo de vida se reducen a cero. Por lo tanto, debe considerarse la cadena de suministro completa, y deben incluirse todas las emisiones asociadas con la producción, el procesamiento, el transporte y el uso de la bioenergía. También existe la preocupación de que la demanda de bioenergía pueda conducir a una mayor tala de bosques solo para bioenergía. Sin embargo, los bosques maduros generalmente no se talan solo para bioenergía. Por el contrario, la biomasa suele ser un subproducto de la producción de madera aserrada y madera para pasta, y en su mayoría se utilizan residuos de tala (copas, ramas y árboles de diámetro pequeño) así como residuos de procesamiento de madera (serrín, corteza y licor negro) para la bioenergía. El uso de residuos como biomasa para la producción de energía ofrece una buena posibilidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero al sustituir los combustibles fósiles y aumenta el valor de mitigación del cambio climático de los bosques gestionados para la producción de madera.
La silvicultura es la primera etapa de la mayoría de las cadenas de valor de la bioeconomía forestal, ya que proporciona la biomasa utilizada por la sociedad de muchas maneras diferentes para generar productos y energía. Debido a que modifica la estructura y composición de los bosques, la producción de biomasa tiene un profundo impacto en los ecosistemas forestales y en los hábitats de las especies que habitan en los bosques. Esto podría tener un impacto negativo considerable en la biodiversidad, en particular si conduce a una intensificación de las extracciones de biomasa Sin embargo, una bioeconomía forestal también ofrece muchas oportunidades para apoyar la biodiversidad, ya que pone énfasis en mitigar el cambio climático, prevenir la deforestación y reforestar tierras agrícolas abandonadas y zonas degradadas. Una gestión forestal sostenible que incluya medidas de conservación de la biodiversidad, enfoques de gestión ecológica de los bosques y enfoques agroecológicos que integren más árboles en las tierras de cultivo tiene efectos beneficiosos para la biodiversidad.
La utilización de los bosques para productos forestales derivados y no derivados de la madera establece un interés económico para que los propietarios de los bosques y otros agentes interesados se dediquen a la gestión forestal sostenible a fin de mantener y desarrollar sus recursos naturales y un estatus ecológico favorable a largo plazo. Diferentes mecanismos de mercado en desarrollo para apoyar financieramente distintos servicios ecosistémicos pueden servir para el mismo fin. Por lo tanto, el interés económico es capaz de crear la motivación y las posibilidades financieras para actuar contra las perturbaciones forestales, y mantener la biodiversidad y los servicios ecosistémicos.
La silvicultura climáticamente inteligente podría ayudar a combinar objetivos relacionados con la biodiversidad y el clima. Esto implica una combinación de medidas que apuntan a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, aumentar la resiliencia en los bosques existentes e incrementar la productividad forestal. Además, busca sinergias con otros objetivos estratégicos, como la mejora de la biodiversidad, la provisión de otros servicios ecosistémicos de los bosques y el establecimiento de una bioeconomía fuerte. La silvicultura climáticamente inteligente puede ayudar a implementar acciones adaptadas a nivel regional en virtud del Acuerdo de París mediante (a) el aumento de la superficie forestal total y la prevención de la deforestación, (b) la conexión de la mitigación con medidas de adaptación para mejorar la resiliencia de los recursos forestales globales, y (c) el uso de la madera para productos que almacenen carbono y sustituyan a los productos y materiales fósiles y no renovables que generan grandes cantidades de emisiones.